lunes, 16 de julio de 2012

Paz y sencillez



Es todo tan tranquilo, tan calmado... los días rebosan sencillez, quietud, placidez; las ideas, en su frenético trascurrir se apaciguan en el remanso de paz que son tus ojos, en ese oasis en el desierto que es la vida, sujeta a la decadencia, a la monotonía, y a la más degradante rutina. Rutina insulsa que mata la creatividad, que acostumbra al genio; que no cabrea, sino que conforma; que acepta sin pelea...


Tus ojos... tú inspiras poesía, abanicas a la belleza cuando pestañeas, estimulas la mente y el carácter cuando hablas, me muestras como soy, me evidencias y, lo más sorprendente de todo, eres capaz de amar esa evidencia.


Pero, aún pensando tan distinto, divergiendo en lo cotidiano, coincidiendo en lo trascendental, apreciando la belleza, avalando la utilidad... nos entendemos y vivimos sumergidos en nuestra nube de paz y sencillez sin que nada nos perturbe, salvo nuestro lucha recurrente entre sueño y realidad, romanticismo y resignación, que hace valioso lo que tenemos, y a la vez especial y tan nuestro.



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